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martes, 30 de noviembre de 2010

Carta al marinero esperado...

Como olas del mar llamadas en silencio
por una orilla coronada de sal y espuma
mi ser ruega tú presencia con susurros
de sirena, colmando las ventanas de mi alma
que no paran de llorar empañadas y opacas.


Como un barco a la deriva sin ruta ni timonel,
se pasean todos mis por qués naufragando sin respuestas.
Como un marinero melancólico que añora un viejo querer
mi vela suplica viento a favor para superar la marea.


Como espuma blanca que corona
las réplicas mudas de las olas y su inquieto vaivén,
mi soledad y yo viajamos siete mares
sin movernos de la orilla ni del punto que marca la cruz.
Mi mente vaga por tú recuerdo, un muelle lejano,
me hace sentir que estoy contigo mientras
me disfrazo de la brisa que perfuma añoranzas.


El peso de tú ausencia transita y se esparce por mí
como un mensaje oxidado dentro de una botella.
Ojala pudiera representar en letras la melancolía
para escribir sobre ella… Para sentirme dueña de algo.
Mis manos frías como la marea del invierno son,
quizás sin quererlo un reducto tangible de mi pena.


Si lanzo este destino a las estrellas quizás entre tanta luz se pierda.
Probablemente alguien apuntando lo baje de un solo golpe y lo sienta,
al verse reflejado en cada llanto, sople a prisa este mensaje hecho de arena, la misma tomada de la orilla que enmarca las huellas de la espera.
Reposando como yo inmóvil, desgranada, esparcida, y soñando…
Soñando con ese barco que viene por ella para viajar a la tierra del después. 

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