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jueves, 13 de agosto de 2015

Ayuda...

Me inventas constelaciones
para explicarme en distancia
qué tanto me quieres
cuando te pregunto
"Hasta dónde?".
Dices haber perdido práctica
con eso de "hasta la luna"
"hasta el sol" y no entiendo,
de verdad no entiendo,
cómo alguien como tú
podría olvidar querer a diario.

Te pedí colorearamos
para estrenar mis nuevos colores,
el del magenta de neón
y el verde brillante.
Me miraste con ternura
y te prestaste al juego
no sin antes recordarme
"hace mucho no dibujo".
En qué momento dejaste
que tú niño de antaño se fuera?
Cuando cerraste la puerta
a la añoranza de lo simple
por hacerte grande y reponsable
por caminar al ritmo del resto.

Cuando bailo sin música
me miras con gracia...
Sonríes y mueves la cabeza
no muy convencido de la razón.
Me dijiste una vez
"tengo tanto que no bailo"
pero poco a poco te he visto
soltarte y moverte
con la gracia del que festeja
porque tiene a alguien que lo añora.

Estás cambiando, eres distinto.
Te veo convertirte en esa versión
que rescató el tiempo
que nos hizo coincidir.
Ríes y complaces mis "ideitas extrañas",
me haces sentir la mitad
mal juntada; la que propone
en espera de encontrar un cómplice.

Me hace feliz recordarte
aquello que fuiste y de a poco vuelve...

martes, 11 de agosto de 2015

Mañana te dejo, hoy no! (Leer a diario hasta que la ilusión se agote)

De qué manera
pudiese yo argumentar
que con lo poco que me das
me alcanza para ser feliz...
Paradójicamente,
me hace falta más.
Pero naturalmente
se puede vivir
con mucho menos.
Y si lo dejas?
Me pregunté hoy...
"Hay lágrimas con él pensé",
"habrán más en su ausencia"
me respondí.
Y es que nada malo
me haces
porque todo
lo que me lástima
viene de mis miedos
y no de tú verdad.
Tú sólo existes,
y eres en el proceso
de esas historias bonitas
que quieres guardar en cajas.
Te veo y entiendo
que algo hay para mi
en el mundo
quizás otro tú dibujado.
Quizás otra yo menos rota.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Ruleta...

Escribo porque sólo así
me salvo a mi misma...
Porque hay mucho que decir
desde la esquina de los silencios.
No me disculpo por la honestidad
que cada una de mis palabras tiene.
Menos excusaré la convicción
de que el sentir te da derecho,
casi de forma natural,
para gritar -si es necesario-
qué cosas pasan en el diminuto
universo del ensayo y el error.

Yo te quiero porque así me provocó,
decidí tribularme por gusto
y te escogí a ti entre todos.
Cómo no hacerlo?
Todo apuntaba a que serías
lo que claramente eres...
También todo indicaba
que dejarías de serlo
en algún momento
entre verano e invierno.

Nos quisimos, nos queremos.
Como siempre me dices...
Y yo automáticamente suspiro
pues entendí que la correspondencia
es el verdadero opio del solitario.
Luego me quedo en silencio
pensando como quiere quien tiene
el corazón ocupado,
socialmente asignado.

No me da la gana de entender!
Coño no me da la gana.
Que si yo quiero tomarte de la mano,
besarte en una plaza o presumirte
sea un trámite ante
la fiscalía del descaro.
Sitio a donde vamos quienes
queremos sinvergüenzamente.
Como deberían querer todos
al menos una vez en la puta vida.

A quién tratas de convecer
cuando pides verdad?
Es a la mitad de ti
que duerme en mis brazos y es feliz?
Al porcentaje de ti que colorea
precariamente en mi cama
sólo por darme gusto?
Al que se ríe y le brillan los ojos,
al que me despierta con besos...
A quién carajos quieres encerrar
en el convencionalismo
de la despedida obligatoria?

No mientas... Tú me quieres.
Eso no se puede fingir.
Esa perfecta forma del nosotros
no es una mancha en el mantel.
Las constelaciones que se
alinean entre nuestros besos
no es casual.
No mientas que quieres eternidad
aunque eso no exista para nadie.
Alguna vez lo has pensado,
no me hagas sentir como
vela rota que se parte a la mitad.
Yo ya he llorado y sufrido,
así que distingo perfectamente
cuando un llanto es de despedida
y cuando es de honestidad.

Decide tú que hacemos...
Mientras escoges la bala del final.