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martes, 30 de noviembre de 2010

Mundana Despedida...

Cuando sueño con la mirada abierta todo lo demás desaparece...
Solo mis sonidos y mis sombras conspiran como teloneros de supuestos.
No hace falta un inicio o un comienzo en mis fantasías vacilantes,
pues son extemporáneas y de infinito desarrollo. Son trama y son guión.
No hay juez, no hay verdugo… No hay compromisos, reglas o dogmas.
Soy yo pasando como la brisa por momentos caníbales, soy solo yo, jugando…


Todo imperfecto, todo distinto, todo encajando en un espacio creado.
No hay dudas enmarcando cuadros, ni puntos suspensivos en las oraciones.
Las obligaciones migraron de hemisferio, todo aquí se nutre del suspenso…
Olas quiebran al borde de mis pies y mis manos transforman néctar en piel,
lágrimas como agua destilada para té se transforman en dulce para el después.


No quiero dejar este sitio, ni las desbordar las flores que forman mi vestido,
inclemente arena que cae en el vidrio cuando se le da la vuelta y cobra ritmo.
Que los pájaros canten mi despedida, que la lluvia susurre mi nombre…
Que cada paso marcado deje nacer hormigueros, que todo lo que toque brote de nuevo. Me hago ceniza ante el sol… Ya no siento mis dedos y esos abiertos se tiñen de concreto.


Tambores suenan y los pies no danzan… 
Solo danza el alma emanando lirios….
Solo danza el alma buscando nueva morada….

Carta al marinero esperado...

Como olas del mar llamadas en silencio
por una orilla coronada de sal y espuma
mi ser ruega tú presencia con susurros
de sirena, colmando las ventanas de mi alma
que no paran de llorar empañadas y opacas.


Como un barco a la deriva sin ruta ni timonel,
se pasean todos mis por qués naufragando sin respuestas.
Como un marinero melancólico que añora un viejo querer
mi vela suplica viento a favor para superar la marea.


Como espuma blanca que corona
las réplicas mudas de las olas y su inquieto vaivén,
mi soledad y yo viajamos siete mares
sin movernos de la orilla ni del punto que marca la cruz.
Mi mente vaga por tú recuerdo, un muelle lejano,
me hace sentir que estoy contigo mientras
me disfrazo de la brisa que perfuma añoranzas.


El peso de tú ausencia transita y se esparce por mí
como un mensaje oxidado dentro de una botella.
Ojala pudiera representar en letras la melancolía
para escribir sobre ella… Para sentirme dueña de algo.
Mis manos frías como la marea del invierno son,
quizás sin quererlo un reducto tangible de mi pena.


Si lanzo este destino a las estrellas quizás entre tanta luz se pierda.
Probablemente alguien apuntando lo baje de un solo golpe y lo sienta,
al verse reflejado en cada llanto, sople a prisa este mensaje hecho de arena, la misma tomada de la orilla que enmarca las huellas de la espera.
Reposando como yo inmóvil, desgranada, esparcida, y soñando…
Soñando con ese barco que viene por ella para viajar a la tierra del después. 

Juguemos con fuego...

Hoy te doy el permiso de hacer conmigo lo que quieras,
de que me cosas y me descosas a placer, a tú manera…
te invito a que me hagas en la sombra lo que el sol condena.


Mañana nos desconoceremos en alguna esquina ocasional,
pero hoy juguemos a ser…Creemos roles y personajes.
En estos momentos seremos amantes, mañana desconocidos.
Ambos traemos a esta cita marcas de desatinos en la piel,
prometo por unas horas lavarlas con mis manos y mi agua.


No pretendo ser una más o una menos en tú cuenta astronómica
en la que guardas estrellas sin gracia de brillo intermitente,
por eso no me pidas que a tú partida si quiera te nombre pues
no te ofrezco castillos y horizontes para no exigirte reinos en las nubes.
Se que deshojar realidades no genera el placer de las ilusiones,
pero en sabanas blancas, en lienzos de piel las mentiras son dardos.


Pudo ser cualquiera, pudo ser ninguno, pudo ser el tiempo,
pero hoy, cara a cara con mi iris en tú alma solo te pido entrega.
Solo por hoy bríndame una pradera, una brisa fresca, un deshoje…
Descúbreme como el mejor de los regalos, paso a paso sin apuro.
Admira mis huellas, mi forma, mis susurros… Háblame con tus labios.
Recrea un amor ambiguo, pasional, cerebral, químico… Animal.


Ya después toda agua volverá a su cause, toda palabra a su dueño.
Cada marca a sus labios y que cada mirada al recuerdo…
Aquí inició y se cerró un libro de escasas páginas. Jugamos y ganamos.
Al menos por una vez las palabras se evaporaron y habló el tiempo...
Al menos por una vez tú nombre y el mío fueron verbo infinitivo.
 

Tú ausencia es mi tinta...

Si mi deseo descansa en tus labios…
Si mis anhelos reposan en tú pecho,
por qué siento este enorme espacio
En el lado izquierdo de mi cama?


Si la brisa fría se topa conmigo
secando a su paso una lágrima caída
dónde está tú sombra cubriendo mi espalda?
Dónde está la promesa del después?...
Del mañana.


Este hábito mío de creer en utopías
va dejando onda huella en mi verbo.
Esta costumbre de soñar contigo,
de ponerte rasgos y rostro se transforma,
evoluciona, se incrementa en sentencia.
Es juez, es verdugo, es ilusión intermitente.


Qué gano yo soñándote, esperándote.
Limpiando mi mente, desempolvando mi alma.
Comparando mis ofertas con tus demandas…
Recorriendo la vida con marcos en mano,
buscando congelar momentos, pintando imágenes.
Quizás esas páginas inconclusas del libro de mi aquí,
sin esta espera torpe y casi adolescente no tendría sentido,
no tendría tinta…No tendría un por qué.


Tú ausencia innecesaria es argumento para cuestionarme,
mientras espero sentada bebiéndome a un lado de la calle,
con los brazos extendidos y la mirada color esperanza.
Recreando la mirada de algunos ajenos que señalan...

Márchate sin despido...

Segura creía estar de lo que hacía
cuando a tú propuesta fugaz accedía,
cada beso y cada abrazo pretendían
engañar a mi conciencia desprendida de razón.
No se puede engañar al corazón
ni impugnar falsos quereres
si a la hora de ser uno, ser danza,
solo dos cuerpos están presentes.


Con fecha de caducidad marqué esta locura,
mientras sostenía vidrios rotos en mis manos,
imperante autocastigo para filtrar fallas,
dolor inminente por vivenciar humanidad.
El daño persiste debatiéndose con el recuerdo…
Elecciones, ambivalencias, marcas de un hoy sin mañana.


No busco culpables o inocentes,
no pretendo perdones en pregones mansos.
Solo deseo entender, comprender, cuantificar
Por qué aún conociendo el castigo y su peso
caminé a contracorriente de espaldas al sol.


Yo que solo quería un poco de esa felicidad tuya
hoy me encuentro recolectando fragmentos.
Yo que hice caso omiso a las señales de lo inminente,
hoy vulnerable te pido que te marches sin despido.
Es que cada vez que te miro aumenta esta pena,..
Y con dolor me reafirma tú presencia que peque, qué viví.


Destino que manipulas a tú antojo
la voluntad de los absurdos mortales,
llévate en tú viento frío mis cristales salados,
mis anhelos y utopías que deforman mi arquetipo.
Deja una versión nueva, menos humana, menos voluble.
Carga con el alma y deja al cuerpo que sufra…. 

A ti pasado...

Preparo mi mejor discurso… Una especie de apología al tiempo.
Diariamente entre esas líneas ambiguas verso a verso vivo y muero.
Momentos pasados retornan como una bitácora de hondos tropiezos,
cargan a cuesta mis equivocaciones y un par de aprendizajes incompletos.
Cargan piedras con errores tallados que aún pateo en las esquinas.
Cargan cuestionamientos de merecimiento, cargan llanto y melancolía.  

Que difícil escribirte a ti que has manejado enteramente mi vida,
Tú, tiempo, controlas mis libertades y los pesos que me atan al presente.
Dejas restos del pasado que arrastro cuando enrumbo hacia el después.
Diariamente con esfuerzo intento retenerte para distanciarme de lo 
que por sentencia es contigo un resultado inminente.


Como arena entre los dedos sutil y minúscula transcurres sin detenerte.
Osada yo pretendiendo superar realidades que coexisten cronológicas y enlazadas.El tiempo siempre será tiempo, motivo de mis ambivalencias inacabadas.

Transcurres, pasado, sin límites por mi memoria recordándome lo que fui.
Hoy intento recolectando pedazos revalorizar ese concepto y seguir.
Irremplazable ensayo y error que permites aprendizajes colaterales
que gravitan en el vivir, historias se reescriben en las páginas de mi vida, letras todas con la tinta derramada por ti.


Tú, pasado que conoces mis desavenencias quédate esta noche y brindemos.
Nada ha permanecido tanto en mi vida como todos tus estragos
que dejas grabados en el alma y el cuerpo.   

¿ A quién mira la luna?

¿A quién mira la luna cuando sin permiso pasa?
Osada blanca de nácar que despierta suspiros.
Es intriga inminente que la oscuridad enmarca, 
es recuerdos de derroches y promesas falsas.



¿A quién mira la luna imponente desde lo alto?
Jugando a domar pasiones con sus destellos claros.
Es testigo pretencioso de variados y furtivos lazos
que se entretejen en el follaje de algún parque olvidado. 


Diámetro perfecto y profundidad incierta, blanco lienzo 
gris papel. Colosal proeza de alcance y convicción...
Quizás albergues huellas de una humana ambición. 
Escritos y odas adornan tú órbita así como promesas 
de algún lejano puerto, es inevitable que los ofrecimientos 
surjan cuando creas ilusiones como acto reflejo...


Techo prestado, origen creciente, menguante, itinerante...
Almacén caducado de derroches, central de poetas y enamorados. 
Dueña de un par de lagrimas de algunos que se despiden 
en la oscuridad fría de tú atmosférico marco. 


Cuanta grandeza por ti ignorada pero presumida desde lo alto... 




  


Remembranza de un deseo...

Cada palabra de tú boca se convierte en aire fresco, 
mis suspiros por pensarte las respiran con mesura.
Cada verso que escribo enaltece ese humano momento 
donde lo prohibido es sentencia de quienes juegan con fuego.
Tú experiencia, yo esperanza… Tú confianza, yo deseo. 
Aún en las noches mirando el enorme y hueco vacío, 
lamento el desierto que dejaron tus húmedos besos. 
Saliste de mi mundo hace a penas pocas horas, pero 
mi solitaria piel ya te llama para pecar juntos de nuevo.


Un secreto sin nombre seremos ante la gente...
Una especie de gemido aplacado por densas paredes.
Nadie imagina lo que pasa cuando tocas a mi puerta,
sabes que aunque parezca cerrada entrejunta ella te espera.
Enjaulados entre las luces de las velas y un viejo tocadiscos,
creamos una danza perfecta usando nuestros cuerpos como perímetro.

Mis manos marcarán el ritmo sin seguir partitura alguna...
Solo los latidos de mi corazón y el tuyo como un marcapasos que retumba. 
La petición de ti, la de un poco más siempre estará presente,
como una especie de telón que al caer anuncia el fin del acto.
Sin esperar como buen prudente emprendes la retirada,
con un beso en la distancia suspendes en el aire el momento,
engañando a los minutos que controlan nuestros encuentros.


El pecado enmarca el presente, quizás la culpa el futuro.
Sin un acuerdo que nos una no podemos confiar en ninguno,
quizás un lluvioso día partas con la brisa y el mes de julio
y desde el exilio digas mi nombre pregonando a otros tú triunfo.


Como siempre otra mujer a tú lado camina, se siente plena y confiada,
pero ignora todas las veces que guardaste tú alianza bajo mi almohada. 
Ilusas somos algunas veces pregonando compromisos de grises papeles.
El alma y el cuerpo no siempre caben en firmas que de pie aplauden...
Sentirme dueña de ti, de ese modo, es un deseo desvirtuado que no añoro, 
pero se que una parte tuya quedará eternamente aquí sumisa conmigo,
cual relicario antiguo de un destino ilícito...Pero fugazmente compartido. 


Cómo domar la brisa que como se va llega rozando el rostro nácar  
de quién en su camino aparezca? Prefiero ser un marchito recuerdo, 
esos que despiertan sonrisas al vacío. Esos, los disfrutados por ser prohibidos. De esos que digieres en algún bar porque el alma los cobra 
sin ninguno oscuro afán, solo por el mero placer de mortificar.


A quien te acompaña le dejo el protocolo, los domingos, los delantales, 
los oficios, las quejas matutinas y el café caliente con monotonía servido. 
A ella que presume ante todos su cuadro familiar cubierto de polvo...
Le dejo mi lamento por tan grande tormento, porque eso significa vivir 
a tú lado, tú que eres libre y emancipado y por naturaleza no requieres de dueña, solo de una sombra que recalque cada una de tus perdidas huellas