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viernes, 29 de abril de 2016

Ambigüo como los lunes...

Empieza a llenarse el globo de la ilusión
con el aire ajeno de la causalidad
en la que siempre suelo creer
para justificar mis propios desastres.
El dueño del aire exhalado casualmente,
o premeditadamente,
es el dueño del alfiler.
Quien decide lo siguiente...
Ni se imagina que recibió de mi
pequeñas letras firmadas de paz.
Vuelvo a empezar en éste ritual selvático
al que no le llevo el ritmo.
Hay que mostrar las plumas,
hay que brincar como gacela,
hay que fingir que no interesa
para que más interese.
Pequeños convenios del mundo primero.

"Me lias mucho" y así empezamos...

El túnel sin Sabato...

El hábito siempre clásico
de perderme en rincones oscuros
termina siendo el cable a tierra
que acaba con una de mis siete vidas.


Entonces como adulto irresponsable
empiezo un espiral que no refracta
la luz optimista de los libros rosas.
Decido hundirme, como sólo yo sé,
para terminar en tirabuzón
sobre mis propias cenizas.


Así de esa forma, tan triste y engañosa
mi cuerpo hetereo vuelve a ser
lo que una vez me dejó el hastío.
Crece como semilla posterior al declive
y se descurte de las excusas...
Soy de extremos como mis miedos,
primero dejo que el mundo me coma
para luego tener mi propio festín,
mi propio pequeño universo
donde yo me transformo en caníbal,
donde me regereno con la fotosíntesis
de la resurrección.