Vistas de página en total

viernes, 15 de abril de 2011

Tres verbos y un deseo…

Si pudiera….
Si pudiera justo ahora soltar con mi índice y pulgar cada uno de esos temores que se anudan en mi alma lo haría sin pensarlo. Quizás daría pasos ciegos a tu sombra y me quedaría en tus brazos sin vigilar la puerta, el reloj o mis ganas.
Si existieran…
Si existieran garantías que agrupadas se hicieran una tabla de salvación no la tomaría, en este punto, mi brújula es el deseo utópico de que existes porque existo, de que respiras porque respiro y de que decides porque yo lo hago. Un mismo siglo, una misma ahora, una misma niebla.
Si huyera…
Si huyera de mis marcas dejadas en la arena, si me desentendiera de lo que fui antes de ser algo más mi asfalto no iría a tú puerta sino a cualquier otro destino igual de incierto, pero sin duda, menos perfecto. Las causalidades insisten en ampararnos y un marco de madera tallado con roble de aquella caja de recuerdos se encarga de construir peligrosos paisajes, paisajes a los que pertenecemos sin haberlo solicitado en voz alta.
Si tan solo…
Si tan solo extendiera mi mano y pudiera recorrerte al ritmo que indican aquellas vidas en las que ambos cosechamos un sentir sin sentido no dudaría ni un minuto en transformar mis formas, para hacerlas extensión equivalente de las tuyas. Ser uno conformado por dos, no ser un final sino un camino a transitar, más que una duda ser una promesa, un después en carboncillo, luces y sombras sobre un mismo lienzo. Una sola oración con ambos como sujetos, un apretón esquivo de manos, un roce discreto ante las miradas ajenas. Una historia sin comienzo definido pero de final incierto. Un reloj sin más horas que las invocadas por nuestros deseos.  


                                                

No hay comentarios:

Publicar un comentario