Vistas de página en total

sábado, 16 de abril de 2011

Estorba hasta tú sombra...

No entiendo que haces en este lado del mundo… Tú lugar es lejos de todo lo que en algún momento pudo ser el verdugo de un anhelo. Menos comprendo esa capacidad tan tuya de morir y renacer a pesar de que te sepulte bajo mil razones, no soy yo quien te revivo, no soy quien te espera pero, solo basta una misma brisa que roce la calma de ambos para que reaparezcas como el bosquejo perfecto de lo que podría, en un mundo paralelo, llenar mi espacio. Me parece escuchar como susurros esas quejas de tú mal vivir, el cansancio del día a día y el rechinar de las puertas que abrías y cerrabas en busca de respuestas. El ruido del vidrio arrastrándose por el suelo en forma de botellas vacías, las mismas tú única compañía, que te llenaban sin hablar.

Yo, en otro extremo del tiempo idealizada por tus ganas de huir era la respuesta muda a un lamento evadido por mi conciencia. “No podemos, no puedo, nadie debe saberlo, estás jugando con fuego. No me hagas desearte, sepárate de mi y no me pidas nada, no me digas que me quieres que puedo llegar a creerte, no me dibujes un amor de hombre a mujer, continúa con tu vida”; esas eran mis letanías ante tu ímpetu animal que más de una noche desee me llevara entre sus pieles.

Después de tantas lecturas, de regalarte un verso, de aceptarte dos, nada queda para compartir, todo danza resumido en un nunca disfrazado de condena. Camina lejos de mis pisadas, no quiero sentirte, respirarte, saberte cerca. No podría desdibujar la mirada y menos el beso que prometí te daría pero luego deseché porque esta realidad no es más que una excusa que nos absorbe a ambos. Si realmente sentiste en tú estómago el fuego de lo prohibido en vez de esos insectos que la gente asegura les revolotean en el alma entonces aléjate de mi, aléjate  antes de que si quiera pueda pronunciar tú nombre mentalmente. No, no te alegres, si te nombro no es con dicha, o quizás lo sea aún sin aparente razón; pero, si te garantizo que tú nombre vendrá con mis manos apretadas por la imposibilidad, con los dientes rechinantes por morderme la lengua, con la mirada perdida por no saber que decirte, con la razón abolida porque siempre tú ganarás, con el sexo nervioso por tus ofertas sumisas y con los pies encaminados a la salida para solo correr…  

Enséñame esa indiferencia que consume tú verbo, esa posibilidad de verme como humo transitorio. Yo pude tanto tiempo borronearte, pero hoy, he perdido la práctica con tan sólo cinco minutos de saberte cerca. Aprendo rápido, inténtalo. O mejor aún hagamos honor a esas promesas dichas como susurros trasatlánticos, tómame una noche de esas oscuras sin luna, decide un punto de encuentro un día o una fecha. Escápate conmigo y no me hagas preguntas. Invéntame aquello que me dijiste que solo tú podrías, causa lágrimas de dicha que luego la misma condena secará con su fuego, tómame de la mano, camufla mi cuerpo con el tuyo, con tu gran espalda con tu sombra, con tu mirada, con tus labios. Mañana nos desconoceremos, mañana serás esa ceniza que llevó polvo en la esquina de mi recuerdo durante tantos meses… Mañana ya veremos si logré odiarte.

                                                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario