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domingo, 3 de mayo de 2015

Felicidad es...

Y estabas ahí, frente a mi puerta...
No podía creelo, pero sentí merecerlo.
Tus esfuerzos por desdibujar
el tiempo
que en ocasiones nos separa
es el aleteo de mil gaviotas
cambiando la brisa
con el sutil movimiento
de sus largar alas.

Una constelación de oportunidades
en el momento que me respondes un "sí"
aunque eso signifique un atentado
en zona de guerra religiosa.
La felicidad de las gotas de lluvia
que golpean la pared de un nostálgico,
cinco minutos más
un domingo cualquiera.

Lo logras... Me invitas a creer.

No lo dices pero lo haces,
no lo expresas pero existe.
Para mi, las palabras son oxígeno
pero generosamente entiendo,
-a pesar de que de ellas vivo-
que me hagas respirar silencios.
Tú sistema es el ahorro comunicativo,
el mío es el alto voltaje del diálogo.
Pero, para qué pedirte me digas
a manera de letanías
lo que tus acciones me gritan
si antes otros hablaron a mi oído
y ahora no están conmigo.

Sé tú sin capas.
Sé tú siéndo viento.
Sé tú con tus mareas.
Yo siempre querré ser orilla....

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