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sábado, 4 de enero de 2014

Sin eufemismos que me agoto.

Y me dio por ser valiente...
Por retar al pasado y darle la cara.
Busqué en sus bolsillos,
le pregunté abiertamente,
indagué en historias que
no me pertenecen.
Me quemé en hogueras
donde quedan cenizas.

Me hice la fuerte y viajé
en una impetuosa y curiosa
reversa que me llevó a esa esquina.
Fui por minutos la peor versión
que recuerdo de mi misma...
Aquel boceto gris, inacabable, manchado.
Lo que tú me hiciste y yo permití,
eso que más odié por tanto tiempo
y que guardé en caja
de marca Pandora.

Me quebré como porcelana,
me hice fría como neblina,
lloré sal como una estatua,
me vi sin verme, me fui de mi.
Me corté a girones,
me hice polvo de estrellas,
me descocí las venas y
las llené de añil.

Me pasó la noche, me criticó la luna
las nubes se fueron y ni cuenta me di.
Me sentí perdida, dejada y vacía
fui el ángulo equivoco, la cuenta errada,
la fe de errata, la esquina doblada del libro.

No importa sin son peor o mejor,
eso poco resalta ante la diferencia
más obvia y añejada.
Ante cualquier prisma; ellas no son yo.
Y parece que eso basta, y ese bastar danza,
todo en la vida sigue y el tiempo
en arena se pierde y viene el odio
y viene la garra, que sostiene
el puñal que desgarra el pecho.
Que lo abre haciendo letras,
haciendo sangre, haciendo sobras.

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