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jueves, 13 de enero de 2011

Yo soy de esas…

Entre mujeres son muchos los códigos universales que compartimos, pero sin duda, hay fuertes lazos, casi como herencia genética, que nos unen o nos separan protocolarmente hablando. Haciendo un análisis de esta idea casi holística de nuestra existencia una frase retumbó en mi cerebro. Quizás fue la lluvia y la taza de café que como buena dupla suelen ponerme profunda y suspicaz ó el mensaje de una amiga que hace tiempo no escribía y misteriosamente, decidió empequeñecer las distancias para ponernos al día, escogiendo como punto de partida una de esas frases que deberían estar presas; La misma cita, (atención ha quienes lean, respiren, piensen en espacios abiertos, siéntanse seguros… Ok, vamos…) “¿Cómo está tú vida amorosa?”. Sea cual sea el caso, toda mi atención se enfocó en esa pregunta de cinco palabras, pequeñas oraciones de sujeto, verbo y complemento que pesan en el oído y el cerebro por ser obligatoriamente un pase directo a rincones de nuestra vida clausurados por falta de presupuesto, materiales o protagonistas.
         
      Muchas reacciones probablemente vendrán como consecuencia directa, una especie de caja de pandora se abrirá trayendo consigo miles de recuerdos buenos, malos y hasta regulares que rápidamente pasearan ante nuestra vista para poder dar una especie de veredicto que encaje con el momento y más aún con nuestra expresiva mirada que casi sentencia la absurda necesidad de los demás por curiosear la vida ajena. Porque sin duda, para mí, esa clase de preguntas solo persiguen enterarse de tus oscuros secretos para evaluar los propios y luego analizar que tan bienaventurada o bienjodida se ha sido.
         
      Lo cumbre de esto es que yo soy de esas, de las mujeres arrechas de este país, las que trabajan muchas horas, las que dicen mucho “sí” y poco “no” porque les encantan los aplausos laborales, de esas que hacen oficios escasos para recordar a que género pertenecen y que en algún momento de la historia, ese cromosoma tuvo como perímetro cuatro hornillas de una cocina a gas. Yo soy de esas que por muy complicado que esté su día va a la peluquería a someterse a castigos corporales para estar de punta en blanco, adolorida pero digna, para ir por unos tragos que ella misma se paga y para compartir con otras amigas igual de exitosas pero asquerosamente solteras. En resumen, yo soy de esas que no tienen una respuesta puntual ante esa pregunta, y, como si fuera poco, al escucharla se activa de la nada una alarma que me obliga a dar una explicación detallada y segura del porque no puedo responder simplonamente, ah, es que también soy de esas, de las que le gusta tener argumento para todo y ser tan clara y especifica en mis diálogos para que no quede duda alguna ante mi audiencia de que tengo control total de mi vida y de mis hombres.  
         
      Cuando se es así, tan yo, difícilmente un “bien” o un “regular” son suficientes. Pero, más allá de eso, lo curioso es que mi vida amorosa es un completo enigma, no va del todo bien, o del todo mal, o en el mejor caso regular. Mi vida amorosa va y viene casi como los protagonistas breves que la encabezan, probablemente me han bombardeado con estas cinco palabritas en momentos difíciles donde ni yo misma se exactamente en que ando. Es que mi vida amorosa es un misterio porque mis hombres son un total acertijo, de esos que parecen tantas cosas pero luego terminan no siendo nada, de esos que se plantean comprometidos pero luego lanzan al mejor estilo de Las Vegas una bomba de humo gigantesca que no me deja ni darle las gracias por los favores concedidos, o de esos que ofrecen estrellas y castillos como príncipes azules pero se marchitan con el tiempo y la espera.
         
      Dada la situación, y consciente de que no soy un ser humano sencillo, busqué redefinir un poco el concepto, para tratar de crear un calificativo que pudiese concretar mis travesías inconclusas y que automáticamente me autocensurara de los detalles de mi discurso. Y como se que la pregunta seguirá existiendo pues alguna salida democrática y lógica debe existir. ¿Cómo está mi situación amorosa? Pues, ella está como la vida misma, con altas y bajas, con aciertos y desaciertos, con protagonistas y dobles, con escenografías y exteriores. Mi vida amorosa está en una sola palabra “sobreviviendo”… Si eso no es suficiente para limitar la conversa y los detalles, puedo hacer un gesto noble que acompañe mi idea, o simplemente, hablar del calentamiento global y salir airosa de ese nefasto diálogo femenino. Ahora si me preguntas por el empleo el cuento es otro… Les recuerdo que soy de esas mujeres “arrechas” que se concentran en cosas productivas y de recompensa segura. Pero como a pocos les importa saber generalidades me limitaré a la idea original, mientras mi vida y yo sobrevivimos a los interrogatorios y a los castings en busca del idóneo que se acerque a la respuesta, al popular “está bien” que, a fin de cuentas, todas por muy fabulosas y autosuficientes que seamos queremos decir en alguna reunión como respuesta natural... Y seamos honestos, sería un cuento interesante al menos para presumir ante las curiosas pues el género en ocasiones, se enfoca en los triunfos amorosos más que cualquier otro aspecto. Un enorme compromiso sin duda para las mujeres que carecen de ellos… Al menos por ahora.


                                                     

2 comentarios:

  1. Existe una intención de fondo que busca aminorar las propias miserias cuando una mujer le pregunta a otra sobre su vida amorosa. Las penas parecieran siempre diluirse mejor en las desgracias ajenas; es por ello que -al final- nadie desea empalagarse con las historias felices de los otros.

    (Te escribí en el Twitter tras hallarte accidentalmente en este océano de bits; aún espero tus comentarios sobre Black Swan).

    Saludos.

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  2. Gracias por el comentario y la certera opinión... Estoy totalmente de acuerdo. Y en efecto sí recuerdo el tweet, soy yo la que vi la película de "algún torrent ilegal" y me gustó muchisimo. Sería excelente conversar al respecto. Saludos

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