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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Aquella que adornaba la esquina....

Siempre altiva y decidida hacía sonar sus pasos por la acera fría...
Ajustadas telas a su forma que le restaba circulación pero le sumaba vistosidad. Campanas adornaban sus palabras pues agitaba 
mucho las manos, oradora reconocida, equilibrio mordaz de gracia y vulgaridad...


Aprendió a usar su boca y no solamente para hablar o perdonar.
Quizás fueron los gritos y los vidrios rotos que adornaron su niñez,
o el toque desconsiderado de una mano vigorosa e inmensa sobre su piel...
Pero creció sabiendo cual era su destino, al punto de negarse a recibir el bautismo.


"¿Para qué limpiarme de pecado si yo provengo del mismo? 
haré del pecar un arte, haré del pecar un vicio divino y lucraré 
complaciendo a quien requiera y mantenga el tiempo conmigo". 
Con ese credo horrorizó mil veces a su abuela quien murió 
no solo de dolor si no también de sordera pues prefirió negarse 
a escuchar tal reducto y se hizo de la vista gorda hasta que dejó
este mundo. 


Sola se fundió con la vida y sobrevivió las pruebas mordaces de la misma. 
Un patrón repetido de hombres dominantes marcaron su vida 
con palabras y golpes como ella decía que bien merecía. 
Así los escogía, dominantes y vengativos, esos que por madres tienen un verdugo y luego al crecer albergan tanta pena que se desquitan con cualquier mujer sea dama o ramera. 


Aunque se decía independiente y se contoneaba al 
caminar como ninguna, siempre en rincones lloraba sola 
y drenaba su pena salada con marcas profundas. 
No le temía a la sangre, pues siempre la vio desde niña. 
Un corte aquí uno allá penitencia sin cura alivio y agujas. 


Se levantaba y seguía sonando sus altos tacones rojos por la esquina, lanzando besos al vacío, esperando que un príncipe de lata oxidado y dominante se la llevara a casa y la hiciera sentir importante. 
Dejó de vivir para sobrevivir, actúo por inercia para resistir, se inventó acrobacias para sobresalir.


"Más paga más vicio porque Dios así lo quiso" 
pregonaba victoriosa sosteniendo unos pocos billetes.
Que costosa es la vida de la que por dinero se reinventa 
y dice "te amo" a extraños que solo firman su sentencia, 
pues bien sabe que un día le va a tocar su hora y se marchará
a una mejor vida pero probablemente sin gloria. 
Todos los días ora porque una mano se la lleve hasta arriba 
y la adorne con unas alas y una coronita. 


Que le digan te perdono, ya todo ha pasado duerme tranquila 
el descanso a llegado... Guinda los tacones rojos que aquí 
caminarás descalza. Mujer de saldo y esquina aquí serás
bautizada y te pondremos por nombre la gran María Dolores 
que se tiró a tantos hombres en busca de sobrevivir 
en un mundo podrido de olvido y oxido por unos billetes casi rotos
que solo alcanzaron para esos letales y famosos tacones rojos... 




                                                                 

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