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miércoles, 4 de junio de 2014

Sólo sabes que la necesitas cuando la dejas marchar...

Cuando dos personas se miran
y se reconocen en el otro
la brisa cambia de dirección
y se alinean los planetas
como indios en línea de guerra,
como hormigas creando un rastro
o como tinta corriendo en papel. 
Cuando dos personas se aceptan
la caja marca Pandora se abre,
y la lluvia parece
ser una invitación.
Empieza a sobrar el maquillaje
en la proporción
que estorba la ropa.
Las películas y canciones,
las fotos y las nubes
parecen un
organigrama de recuerdos.
Nada falta todo sobra,
la adrenalina
es la cuota diaria
de jugar entre paredes
sin ser vistos por algún espía.
Cuando dos personas se tocan
las estaciones se unen
y el cuerpo lo agradece
con movimientos de combate
pasivos en perímetros
de sábanas blancas.
Te marcas para siempre,
con las huellas del autor...
Te haces necesidad
y creas vínculos a fuego lento.
Cuando nosotros tropezamos
estallan estrellas que terminan
lloviendo a los pies de la cama...
Reconocemos los logros
y libramos las batallas.
Somos un atentado frecuente
a la posibilidad más sumisa.
Como cuerda y fósforo,
como río y lluvia,
como camino y huella.

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