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martes, 17 de enero de 2012

Juuego con el recuerdo en un mismo equipo...


Cuando empiezo a extrañarte me da por comer chicle…
Me da la impresión de que mi mente le brinda más atención
a mis dientes, a mi lengua, mi saliva y un poco menos a ti.
Pero luego recuerdo tus besos ocupando todo espacio y
se pierde el esfuerzo absurdo de sacarte de mis ideas.

Cuando empiezo a extrañarte me da por cerrar los ojos…
Empieza a ser doloroso luego de un rato, salen cuadritos de
colores casi al final y al rascarme caen un par de pestañas.
Pido un deseo con cada una y automáticamente apareces en ellos…
Una vez más emerges en lo incierto, no logro posponerte.

Con poca frecuencia pero con gran simpatía
tu nombre ha empezado a confundirse en otras personas.
Me barajo cuando hablo y luego me apeno…
El único nombre que debe combinarse es el tuyo
con el mío y el de nuestras ideas con el de nuestros hijos.

Con tu recuerdo no se lucha, se vive…
Y en retrospectiva se vive divino.
Con tus recuerdos me alimento…
Y puedo asegurar que jamás
había encontrado tanto valor nutricional...

En las memorias de nuestro invierno.

 


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