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martes, 17 de enero de 2012

Camaleón Social...


¿Alguien logra ver lo que yo con tanta claridad observo?
La suspicacia puede ser un arma de doble filo cuando se guarda un secreto…
¿Mi boca cocida de prudencia tiene fecha de caducidad?
Las palabras pueden ser cristales rotos en palmas cerradas por la ira.

Eras tu no otra, la que aquí o allá movía las vidas ajenas
sin temor a la vuelta de página irreversible del tiempo.
Eras esa mujer que todo lo había vivido y todo conocía…
Que relativo es el saber, nunca te faltó nada, siempre tuviste todo.

¿Cuántas máscaras caben en un solo rostro?
En ti se materializa el trabajo agotador de quien es un camaleón social…
¿Cuántas historias ensayadas frente al espejo de la moral?
El dedo que nunca te señaló fue quien recibió tu sentencia.

Bajo el telón de lo oculto, entre lo recóndito de lo discreto,
botellas vacías, rímel corrido, recuerdos vagos, prendas perdidas.
Atrasos rojos, lágrimas, mentiras, verdades a medias, silencio rotundo…
El dedo que nunca te señaló ahora te indica por donde seguir.

¿Tanto te pesaba tu vida que la proyectabas a través de mi plexo?
Sucias palabras que siempre tuvieron puertos sordos para aparcar.
¿Tanto te preocupaba que me acercara a tus latitudes?
Quizás la balanza con que nos medías siempre se inclinó
a favor de tus temores… Te concedo la gracia de mantenerte santa.

Mi piel endurecida de siglos soporta la intemperie del odio….  
¿Puede tu conciencia oxidada por el salitre soportar la verdad?


                                        

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