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miércoles, 15 de julio de 2015

No hubo copa rota...

Perder el hábito irresponsable
de canalizar emociones
y momentos de tribulación
por medio del licor no es opción.
Al menos, no para quien disfruta
de saberse imperfecto,
para quien se percibe
regado en piezas.

Destructivamente hablando,
soy yo mi peor rincón
cuando haciendo de juez y verdugo
me recuerdo de las veces
que abrí ambas manos
y dejé pasar
la fantasía del merecimiento.
Constructivamente escribiendo,
me he levantado tantas veces
que parece que las heridas de guerra
se cierran con la sal de la lágrima
que te recuerda que llorar
es una pendejada
disfrazada de terapia.

Yo con la música tétrica,
el mensaje imprudente,
el vaso medio lleno donde choca
el hielo que hice minutos antes
cuando decidí que hoy,
era un buen día
para mandar a la mierda.

Que no se te olvide...
La salida correcta
es la que duele.


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