Vistas de página en total

sábado, 25 de febrero de 2012

Carta sin firma...


No sé en donde descansa el manual de lo correcto.
¿A dónde ir cuando todo se hace polvo
tras la brisa destructora de la realidad?
Mi amor no fue suficiente para los dos
como tantas veces te repetí en susurros…
El tuyo fue el motor valiente que impulsó
un fuerte sentir que poco a poco gastaste
con argumentos de aquel guión nefasto.

¿Con qué cara se mira al mundo después
de que te llevas entre tus pies parte de mi alma?
¿En qué buzón deposito mis dolores si ya
tus oídos están sordos ante mi petición muda que te quedes?

Eras mi brújula sensorial, todo tenía sentido
cuando empezaba en ti…
Ahora solo me queda el recuerdo de tus caricias,
caricias compasivas mojadas por mis lágrimas.

No sé a donde ir sin que tu recuerdo me persiga…
Decir que duele queda bastante corto y mezquino.
Esta llama que arde sin piedad en las entrañas
consume cada espacio como la sal en una herida profunda.

Decir que soy fuerte es solo una capa de autoprotección
que llega a destiempo, pues ya estoy aquí, vulnerable,
húmeda y expectante ante tus ojos que ya no miran.

Querer alargar el tiempo, tus caricias,
tus susurros en mi oído es un castigo físico…
Moribundas golondrinas despedazan sus alas de cristal
donde reposaban la ilusión que ahora parece de vidrio.

Duele tanto que casi siento que pago de otras vidas
un karma que no recuerdo haber cometido pero, si es necesario,
puedo pedir disculpas por ello si eso minimiza esta lluvia constante.
Eres juez y verdugo de una eternidad que nos duró poco…


                                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario