El amor y el sexo
solo tienen de similitud
las cuatro letras
que lo conforman…
El amor es una
energía perenne
que escapa de
cualquier ecuación.
Es el eslabón más
alto en la búsqueda eterna
de justificar tu
existencia mientras recreas
la órbita
perfecta del que sabe volar.
El sexo es un
intercambio sin agradecimiento.
Estás
desempeñando un rol de préstamo
que solo
practicas en escenarios independientes.
Con suerte
recibirás un par de aplausos
y una llamada al
día siguiente de consolación.
El amor es la
risa entrelazada con el silencio
que solo se
siente entre gemidos y miradas
que no se
apaciguan en el deseo constante
de hacerse uno
con la luna y extraviarse con el sol…
El amor es la
excusa perfecta para no
levantarse un
domingo de la cama.
El sexo es el
protocolo constante de jugar
a estar
disponible con la mente pero sentirte
ausente con el
alma…
Es la danza
dispareja de soñar que en un futuro
no cabalgas con
un itinerante sino, por el contrario,
navegas con la
otra mitad que te ofrecieron llegaría.
El amor es poesía
combinada con vino blanco…
Es confiar que
todo puede mejorar con aferrarse
a sus caderas y
besar sus tatuajes llenos de historia.
Es la garantía de
que a poca luz aún tus huellas
siguen conociendo
el camino de llegada.
El sexo es el
único recurso que queda
para jugar con el
tiempo que avanza a la inversa.
Es el nudo que
interrumpe la textura lisa
de la cuerda que
lanzo, con la esperanza de que tu añoranza
y recuerdo de mi
jueguen a seguirla como un gato a la luz…
Prefiero vivir en
las cuatro letras del amor
y no en las
cuatro paredes del sexo.
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