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lunes, 23 de mayo de 2016

Cuenta ascendente hacia ningún sitio...

Aquí puedes tenerlo todo...
Sólo debes pedirlo.
Complicidad ingrata de la madrugada,
sonrisa esquiva del falso cortejo,
besos de callejón con los extraños.
Una enorme caja llena de mierda,
de distintos idiomas y
una sola forma de ver el mundo...
Con el alcance jerárquico que
brinda tú pasaporte y, si eres mujer,
de la fama que te genere
el sitio donde naciste
que influye directamente proporcional
a las destrezas de tu coño
que todos creen adivinar
porque se sienten el premio ibérico,
el mejor cromosoma, el elegido.

He jugado con todos aquellos
que han pretendido jugar antes conmigo.
En el proceso empecé a perder
pequeñas partes
dejando sudor y discursos
por la curiosidad del polvo ofertado.
Mostré mis mejores destrezas,
vi la inseguridad a la cara de
aquellos que con la luz semi apagada
resultavan polen de primavera...
Pequeños y molestos. Nada relevante.
No hubo promesas, pasaron de esos
protocolos tercermundistas y luego
nos encontramos por las calles
acompañando a otros con quienes
repetiríamos el papel de amantes.

Yo aún espero por uno...
Por el que realmente importa.
Los demás son simulacros,
el verdadero incendio aún
no ha conocido la gasolina del destino.
Espero me perdona el egoísmo
que desde mi albedrío derroché
en su lastimosa ausencia.
Que entienda que la soledad
en ocasiones es mala consejera
y que las ganas no conoces privativas.

Le invitaré una cerveza, y no me lo follaré hasta la cita número 20.
Espero llegue pronto,
que me desgasto.


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