Nosotros humanos de turno, emprendemos a lo largo de nuestra vida una búsqueda infinita por el equilibrio como sinónimo de paz. Algunos con métodos más ortodoxos que otros pero de igual manera predestinados a transitar un camino desconocido pero necesario.Yo siempre escogí a la palabra, bajo cualquier disfraz, bajo cualquier luz. Este espacio brinda una pequeña ventana a mi mundo...
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lunes, 27 de agosto de 2012
No hay principio sin final...
Tanto dio la gota de la fe al cántaro de nuestra historia
que terminó por reventar ante mis ojos nublados de sal.
Ahí quedaron como piezas del tiempo mi silencio lleno de palabras,
los días que nos faltaron por vivir y la descendencia no nacida de nuestro amor.
Las despedidas... Son siempre cartas en blanco
esperando a ser escritas por la tinta del recuerdo.
El dolor... Es una astilla en la madera rústica de la vida
con la que nos encontramos cuando intentamos tomarla con ambas manos.
Cómo mantenerse a la vera de la indiferencia
cuando todo lo que deseas se encuentra a pasos de tu alma
pero a siglos de tu destino.
Con qué debo construir la soga que te retenga...
Quizás de olvido para saberte propio
así tú no te permitas llamarte mío...
O tal vez de paciencia para olvidarnos
de aquel contrato firmado con la pluma de tu natalicio
que pronto se llenó con las letras pequeñas de lo inconcluso.
Cómo resultará tu nombre sin el mío...
Tu historia sin mi marco o tus letras
sin mi voz pausada de comas, esa, esa con la que te leía
mientras cerrabas los ojos y te reconocías en ellas.
Cómo lucirán mis mañanas sin tus ojos, sin tu boca,
sin tu sombra alta cubriendo la mía.
Es necesario revivir nuevamente
después de otra muerte anunciada...
¿Cuántas vidas le quedan a mi cuerpo físico
para separarse del tuyo?
Mis huellas por tu piel que conozco de menoría,
mi olor en tu tinta, mis "te amo" en tu oído.
Esas palabras susurradas con la ira del deseo,
tu en mi y yo contigo. Química eterna,
estaca de la comparación, dicha de no ser igualada
por otra y garantía de que mis retazos de piel
te pertenecen solo a ti.
Que nos perdonen la osadía de apostar a los puntos suspensivos...
Que nos perdonen la necedad de creernos intocables
por la realidad inminente.
Que nos perdonen si quieren
y sino que nos odien...
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