Vistas de página en total

miércoles, 27 de abril de 2011

Humo...

Dijiste que buscaríamos la manera de manejar esto lo mejor posible. Hablaste de cuidarme y cuidarte, de no lastimarnos, pero sin duda algo falló. Creo que podría culparte de esto, aunque no es un hábito común en mí repartir responsabilidades, hoy sin embargo, no me da la gana de cargar sola con estas promesas sin eco en el tiempo. No se qué podría ser peor, si pensarte hasta el cansancio de mi razón o a pesar de todo, el seguir tanteando en la oscuridad hasta conseguir un mínimo recurso para rescatar lo que hace mucho tiempo está perdido. Cambiaste haciéndote más de lo mismo y menos de mí. Cambiaste sin avisarme para que lo hiciera contigo. Ya no hay vino, no hay poesía, no hay libros… Ya no soy yo en tus madrugadas, en tus excusas, en tus alegrías. Ya no eres tú en mis letras, en mis historias sin contar, en mis noches de fuga, dejaste de ser hasta en aquella canción…     


                                                                 

Waking Life Official Trailer

jueves, 21 de abril de 2011

Mis pensamientos buscan un muro donde alojarse...

Hay ideas tortuosas, ideas que demandan energía, tiempo y críticas. Sin duda, son ese tipo de cosas las que te orillan a buscar actividades paralelas. Pintar, cortar, mover, rasgar, cantar, leer, caminar, refregar, huir, morir, revivir, padecer.  No es de dudar que la ansiedad se apodere de mi a lo largo del día, que en ocasiones mi humor cambie con el clima o que mis recuerdos sean clavos oxidados, pero sin duda, he perfeccionado el arte de redimirme sin sublevarme ante realidades que no me incumben pero me reconectan con las circunstancias difusas de mi existencia física. Sacerdotes pedófilos, servicios colapsados, gobernadores ineficaces, muertos en esquinas, conflictos bélicos y otros nudos son el pan diario, uno sin duda duro he innecesario. En ocasiones me pregunto como existen personas que pueden dejar por elección sus mentes en blancos como hojas para estrenar. Cómo harán para no pensar en el día, para no tener ideas martillando una y otra vez, ideas de esas que hacen el sonido de un árbol cayendo, aquellas que como secuencia traen otros porqués igual de irreverentes pero que dejan eco… Por qué (si a la realidad nos remitimos) lo hago si a mi nadie me ha preguntado qué opino.

Hoy fue un día diferente, quizás porque inició con lluvia. No me había levantado aún de la cama y ya tenía una idea amplia de cómo sería el resto de mi ciclo, curioso que estando a mitad de semana me sintiera yo la mitad de lo que ayer fui. Pude perfectamente servirme café y existir, existir de aquí para allá sin mucho, como he hecho estos días libres de rutina, pero llenos de cuestionamientos habituales. Perfectamente pude calzarme y salir a caminar, (un factor necesario desde hace algún tiempo), incluso de haberlo querido podría haber hablado con alguien en casa, pero hoy el silencio fue mi mejor acompañante. No llené mi tiempo con actividades, no pinté, leí o existí… Solo me limité a quedarme en cama, a no levantarme por vasos o platos, a no atender tlfs a no responder saludos. Me dediqué a pensar, pero poco me importó el diario, la noticia, la conversación ajena. Hoy tenía como de costumbre mil ideas en la cabeza y el alma, digo miles porque 999 llevaban tú nombre tanto en la mente como en el ser. Esta vez no las sustituí con otras irreverencias para silenciarlas, ellas, en esta ocasión, solicitaban ser escuchadas. Yo debía sentirlas, debía procesarlas, debía y debía para al final del día colocarlas en alguna esquina mental hasta decidir un mejor destino para las mismas.

Recordé una y otra vez tu mirada nerviosa, dirigida a la nada y por momentos a mi, tu postura tensa y algo encorvada, ese tono de voz suave y con acento sutil. Ya no eres como te recordaba, has cambiado. Es curioso que me refiera a esto de los cambios, nos desconocemos aún a pesar del tiempo que nos separa. No se cuantas horas duermes, que comidas te saltas, desconozco las palabras que usas para conversar, alguna muletilla, un pequeño tic u otra peculiaridad, somos dos extraños lado a lado que la vida presentó hace mucho pero sin lograr mayores resultados. Empezó la noche con una conversa nerviosa, algo genérica, que adornara cualquier posible pausa incómoda que por mis nervios probablemente no ocurría, pero debía prevenir, ya conoces bien mi hábito de hablar demás para disimular mis propias aprensiones. Quería saberlo todo, quería escucharte aquellas palabras prometidas, quería que rieras conmigo, que me vieras diferente pero por lo pronto la situación ameritaba calma y prudencia, así mis labios pidieran apuros torpes de algún beso robado.

Cuantos detalles para recordar, paredes, ventanas, escaleras, tu rostro, los espejos, las prohibiciones, los espacios vacíos y mi presencia junto con la tuya en el medio de ellos. La vida suele obrar de maneras curiosas, solo estabas en mis letras y ahora bastaba extender un respiro sutil para sentirte ahí, de nuevo a mi lado, poco a mi frente. “Cuéntame de ti, dime lo que quieras, un secreto, lo que piensas…Pero dime algo”. No podía faltar mi curiosidad y como siempre no podía sobrar tu equidad para segmentar mis preguntas afanadas. Si bien la información es poder quizás pretendía esa noche conseguir un poco para mi y así resguardarme, asegurarme o creerme que esto en realidad pasaba. De igual forma, el juego estaba a tu favor, a pesar de que no lo creas. Todo era tan distinto, desde el aire ligero hasta la noche silenciosa, enmarcaban una especie de estar sin estar, un pretender sin invadir, un respetar tus pensamientos pero buscando calar en ellos a pesar de las normas. Te dije lo que pensaba, para qué callar a este punto, me mostré ante ti como siempre lo he hecho pero en esta ocasión con un reducto de egoísmo por pensar primero en mi y lo que deseaba al estar allí. El perímetro se hizo poco a poco más pequeño, el peso de tu brazo reposaba en mi espalda, todo tuvo sentido al menos un segundo, siento que desde ese momento iniciaste la despedida a pesar de haber acordado que sería un acuerdo mutuo.

No fui yo, fue alguien más, la que esa corta noche te acompaño torpemente. Desconocía todo lo que siempre ha sido común en estos casos… Mis manos no rimaban con mi escasa respiración por esa molesta alergia que llegó con tu arribo, las sombran no marchaban en total sincronía aunque el corazón tenía su propia partitura y ese juro no se equivoca. Tanto para sentir, tanto para vivir, tanta escuela antes de ti, tanto ensayo y error perfecto, básico, cumplidor y recurrente para encontrarme transparente ante tu presencia algo más reducida a como la recordaba. Una competencia sutil y silenciosa de la que me percaté un poco más en tierra, esa voluntad de no hacer que te cuestionaras al sentirte tan lleno de lo deseaba brindarte hasta copar tus paginas. Un exceso con límites a fin de cuestas, un placer culposo que reflejaba tu gran destreza. Me sentí tan ajena a ti, a pesar de sin rozarte sentirme tan tuya. Los demonios en la espalda no son la mejor compañía, hacen meya aunque se establezca resistencia, esa noche fuimos tres o más en el mismo espacio.

Botellas de vidrio esperando ser impactadas, una sola bala, una sola oportunidad. Un gatillo accionado y un efecto inmediato de reacción expansiva. La bala no llegó a su destino… El cristal solo sufrió la quemadura de un roce extraviado y allí permanecerá junto con el resto en la intemperie de una negación a nuevos intentos. Aún conservo una piedra pequeña en la mano para ambicionar hasta cumplir el destino, aprovechando tal vez un ligero descuido, un gesto de confianza, una invitación silenciosa… Prometo esta vez dar el blanco sin dejar rastro alguno de mi fugaz acierto. Pero acompáñame a acompañarte, víveme para vivirte un poco. 

                                  
                                   

miércoles, 20 de abril de 2011

Más allá del olvido


Alguna vez de un costado de la luna
verás caer los besos que brillan en mí
las sombras sonreirán altivas
luciendo el secreto que gime vagando
vendrán las hojas impávidas que
algún día fueron lo que mis ojos
vendrán las mustias fragancias que
innatas descendieron del alado son
vendrán las rojas alegrías que 
burbujean intensas en el sol que
redondea las armonías equidistantes en
el humo danzante de la pipa de mi amor

Alejandra Pizarnik

La lluvia y otros excesos…

Abrí los ojos un par de veces, sin ni siquiera haber decidido si me levantaría de la cama; no encontré un porqué válido para semejante esfuerzo moral y digo moral con una implicación más rebuscada, por el hecho de asumir que al levantarme, debía enfrentar un nuevo día de afanes, lógica descuadrada, ideas penetrantes y calma inexistente y hoy en lo personal, no tengo ganas de ser yo. Dirigí  la atención a la ventana, como si en ella tuviese una vista maravillosa para reinventar los ánimos inexistentes, considerando que no tengo más que ver que la media copa de un árbol sin gracia entiendo que pierdo mi tiempo buscando encontrar un mejor rincón allá afuera. Di una, dos y tres vueltas, pasé mis manos por las sábanas y se sintieron jodidamente ásperas; ya nada en este espacio es igual y no tiene porque serlo, yo ni siquiera soy la mitad de lo que fui ayer. Tomé el teléfono que encontré escondido entre los libros de la mesita de noche, hubiese sido mejor tomar alguno de ellos, ahí hay más información de mi propia vida que en ese objeto al que le invierto tanto tiempo, hoy no lo haré, no habrá un mensaje tuyo.  

Tengo que escribir, tengo que hacer algo con esta ambivalencia que hace tanto no sentía, ayer solo logré escribir una frase y así tal cual la encontré en la computadora, casi sentenciando mi temor a continuarla. Lo sé, yo y mis métodos, tú y los tuyos. Si bien es cierto que la tinta no compite con las teclas es un buen recurso para mantenerme ocupada aunque sea por un par de minutos. “No te sentí mío porque no lo eres ni pretendes serlo. Siempre serás de esa realidad con la que compito inconscientemente, como si esperara un reconocimiento a la voluntad de intentar…” Qué otra cosa podría agregar si todo ya está dicho, al menos por ahora. En otro orden de ideas, que derivan de la original, podría contar que volvió mi alergia (es lo único que tuvo el valor de reaparecer) la misma, es aún más aguda, quizás porque descubrí el motivo… Mientras tú también lo conozcas probablemente me acompañará un rato más como recordatorio. Camino la habitación, paso mis manos por mi rostro, muevo cosas si buscar nada y recuerdo que debo conseguirte un libro para tú viaje, luego caigo en cuenta de lo innecesario, no estarás para dártelo, debería caber en una botella, pero no hay marea ni persona que acorten la distancia. Tampoco creo que lo quieras…  

Se que debo escribir, se que es mi único cable conductor a tierra, pero el saber que aparecerás en cada letra y que te reconocerás entre ellas me causa esa ansiedad que acompaña a los días lluviosos. Mi primera mañana después de ti no fue contigo, no era tú brazo quien me rodeaba sino ese temor de no poder reivindicarme, de que no me dio tiempo de momorizar tus marcas eternas. Ya ahora de nada sirve, buscaré café y tomaré con seriedad el llenarte de letras… O quizás lo posponga nuevamente amparándome en factores climáticos…  


                               

sábado, 16 de abril de 2011

Estorba hasta tú sombra...

No entiendo que haces en este lado del mundo… Tú lugar es lejos de todo lo que en algún momento pudo ser el verdugo de un anhelo. Menos comprendo esa capacidad tan tuya de morir y renacer a pesar de que te sepulte bajo mil razones, no soy yo quien te revivo, no soy quien te espera pero, solo basta una misma brisa que roce la calma de ambos para que reaparezcas como el bosquejo perfecto de lo que podría, en un mundo paralelo, llenar mi espacio. Me parece escuchar como susurros esas quejas de tú mal vivir, el cansancio del día a día y el rechinar de las puertas que abrías y cerrabas en busca de respuestas. El ruido del vidrio arrastrándose por el suelo en forma de botellas vacías, las mismas tú única compañía, que te llenaban sin hablar.

Yo, en otro extremo del tiempo idealizada por tus ganas de huir era la respuesta muda a un lamento evadido por mi conciencia. “No podemos, no puedo, nadie debe saberlo, estás jugando con fuego. No me hagas desearte, sepárate de mi y no me pidas nada, no me digas que me quieres que puedo llegar a creerte, no me dibujes un amor de hombre a mujer, continúa con tu vida”; esas eran mis letanías ante tu ímpetu animal que más de una noche desee me llevara entre sus pieles.

Después de tantas lecturas, de regalarte un verso, de aceptarte dos, nada queda para compartir, todo danza resumido en un nunca disfrazado de condena. Camina lejos de mis pisadas, no quiero sentirte, respirarte, saberte cerca. No podría desdibujar la mirada y menos el beso que prometí te daría pero luego deseché porque esta realidad no es más que una excusa que nos absorbe a ambos. Si realmente sentiste en tú estómago el fuego de lo prohibido en vez de esos insectos que la gente asegura les revolotean en el alma entonces aléjate de mi, aléjate  antes de que si quiera pueda pronunciar tú nombre mentalmente. No, no te alegres, si te nombro no es con dicha, o quizás lo sea aún sin aparente razón; pero, si te garantizo que tú nombre vendrá con mis manos apretadas por la imposibilidad, con los dientes rechinantes por morderme la lengua, con la mirada perdida por no saber que decirte, con la razón abolida porque siempre tú ganarás, con el sexo nervioso por tus ofertas sumisas y con los pies encaminados a la salida para solo correr…  

Enséñame esa indiferencia que consume tú verbo, esa posibilidad de verme como humo transitorio. Yo pude tanto tiempo borronearte, pero hoy, he perdido la práctica con tan sólo cinco minutos de saberte cerca. Aprendo rápido, inténtalo. O mejor aún hagamos honor a esas promesas dichas como susurros trasatlánticos, tómame una noche de esas oscuras sin luna, decide un punto de encuentro un día o una fecha. Escápate conmigo y no me hagas preguntas. Invéntame aquello que me dijiste que solo tú podrías, causa lágrimas de dicha que luego la misma condena secará con su fuego, tómame de la mano, camufla mi cuerpo con el tuyo, con tu gran espalda con tu sombra, con tu mirada, con tus labios. Mañana nos desconoceremos, mañana serás esa ceniza que llevó polvo en la esquina de mi recuerdo durante tantos meses… Mañana ya veremos si logré odiarte.

                                                                                         

viernes, 15 de abril de 2011

No todo es lo que parece, y lo que parece, ni siquiera tiene ganas de ser como algo más…

 Al igual  que aquellos zapatos altos de tacón de aguja, aquellos que compré por la forma que le daban a mis piernas. Las mismas que caminan a diario en zapatos tan planos como la mente de algunos, que pisan incluso más firme pero sin la gracia seguramente de aquellos entes rojos de tortura. De igual forma aquel perfume finamente combinado, ese que uso en las mañanas y me da repentina alergia, al parecer es muy fuerte o yo soy muy débil, el mismo de forma estética me pareció una propuesta distinta para los sentidos, un sello personal más interesante. Pero en el proceso, se que formará parte de la colección de alguien más, porque su gracia europea, que me refuerza mi teoría de pertenecer al continente equivocado, en esta ocasión no va con la mía. El existe para adornar el cuello, la muñeca y las noches de alguien menos sensitivo. Desde la mesa de noche me mira un elegante libro, uno de letras brillantes y contenido denso y vibrante, dos características fundamentales para quedarse en el o en quien las posea, algunas de sus páginas dobladas me hacen sentir culpable, una fina capa casi imperceptible de polvo me recuerda mi preferencia en este momento por otras tramas…Pero en algún punto lo encontré majestuoso, algo me hizo verlo entre tantos, lamentable, que rápido perdió su brillo, que responsable soy por darle falsas esperanzas. Tengo un cementerio de decisiones inconclusas, un mar de objetos sin otro dueño que no sea yo y mi empatía con lo inanimado, con su olor, texturas y sombras. Me rodeo de inicios que culminan en medios y no en finales, al profundizar en mi capacidad de almacenar lo innecesario y darle un valor crucial a cosas que existen porque lo decido y no por su utilidad entiendo el porque estás en la esquina de mi vida llevando polvo…   

                                                            
                                                                     

Discurso sin normas…

Que el sonido de ese corcho viejo
inicie la cuenta regresiva hacia tus besos,
mientras un movimiento involuntario traiciona
mi falsa pero ensayada tranquilidad.

Manos, piernas, pies y alma se contraen nerviosas,
solo pienso en catarte sin lograr darle crédito a tu boca.
Toda la sinfonía de tú verbo se escribe con mudas palabras,
hace tanto ya no te escucho, solo te observo y me lleno de ti.

Hace horas deseo silenciarte acercándome a tu pecho,
mirarte fijamente con los ojos cerrados por lo incierto,
colocar mis manos sobre tu rostro sin aparente razón.
Mis argumentos poco importan a milímetros de distancia.

Recuérdame que eres tú al que idealicé con sonidos,
recórreme y explora como la pasión y la noche te dicte.
Hazme de nuevo gota a gota y no dejes de mirarme a los ojos.
Miénteme si lo consideras necesario, háblame del mundo.
Llena de vino mi taza medio vacía, celebremos la casualidad…



                                                                       

Tres verbos y un deseo…

Si pudiera….
Si pudiera justo ahora soltar con mi índice y pulgar cada uno de esos temores que se anudan en mi alma lo haría sin pensarlo. Quizás daría pasos ciegos a tu sombra y me quedaría en tus brazos sin vigilar la puerta, el reloj o mis ganas.
Si existieran…
Si existieran garantías que agrupadas se hicieran una tabla de salvación no la tomaría, en este punto, mi brújula es el deseo utópico de que existes porque existo, de que respiras porque respiro y de que decides porque yo lo hago. Un mismo siglo, una misma ahora, una misma niebla.
Si huyera…
Si huyera de mis marcas dejadas en la arena, si me desentendiera de lo que fui antes de ser algo más mi asfalto no iría a tú puerta sino a cualquier otro destino igual de incierto, pero sin duda, menos perfecto. Las causalidades insisten en ampararnos y un marco de madera tallado con roble de aquella caja de recuerdos se encarga de construir peligrosos paisajes, paisajes a los que pertenecemos sin haberlo solicitado en voz alta.
Si tan solo…
Si tan solo extendiera mi mano y pudiera recorrerte al ritmo que indican aquellas vidas en las que ambos cosechamos un sentir sin sentido no dudaría ni un minuto en transformar mis formas, para hacerlas extensión equivalente de las tuyas. Ser uno conformado por dos, no ser un final sino un camino a transitar, más que una duda ser una promesa, un después en carboncillo, luces y sombras sobre un mismo lienzo. Una sola oración con ambos como sujetos, un apretón esquivo de manos, un roce discreto ante las miradas ajenas. Una historia sin comienzo definido pero de final incierto. Un reloj sin más horas que las invocadas por nuestros deseos.