Vistas de página en total

lunes, 14 de febrero de 2011

Decálogo del agradecimiento dirigido a los hombres de mi vida…

Gracias:
    1. A ti que me correspondiste cuando sentí, sin miedo alguno, el deseo de gritar lo más duro que pude “conseguí a alguien a quien querer tal y como es” (así el sentimiento no haya sido eterno). Así haya durado por horas, minutos o segundos yo experimenté la vida que da el querer sin reservas.
    2. A ti que a pesar de las diferencias y el contexto te diste la oportunidad tomándome de la mano de enfrentar todo para vivir en la locura.
    3. A ti que me hiciste sufrir, que me hiciste dudar, que me hiciste cuestionarme he incluso evaluarme ¡Gracias!. Cada lágrima me hizo fuerte, cada tropiezo me hizo levantar, cada herida me hizo aprender a sanar y cada dolor me dio la fuerza para perdonar.
    4. A ti que no llamaste de nuevo, que me tuviste al lado del teléfono infinitas horas atenta a un gesto de correspondencia después de aquella entrega. A ese que decidió no volver le agradezco que me ahorrara el tiempo, que me hiciera no perderlo en ilusiones vacías y que me hizo asimilar realidades porque no había más que ofrecer le debo mi actual claridad para evaluar y entregar.
    5. A ti que te fuiste con alguien que quería importándote poco cualquier parámetro de consideración y respeto, te debo, hoy por hoy, el poder de seleccionar mejor a quienes me rodean, he incluso te disculpo por no saber equilibrar deseo y sentimiento, no como gesto benevolente ante tú error si no, como placer humano de brindar paz.
    6. A ti que me tuviste como opción y nunca como prioridad. Que no luchaste si no solo ofreciste y muchas veces lo restante de tu vida te agradezco que hayas pasado por la mía. Me enseñaste sin saber como se debe tratar a las personas, pues no podría hacer a otros cosas que no me gustaría me retribuyeran. Por esa inconstancia ante mi sentir me dejaste ver lo que nunca quiero ser o hacer a quien me pretenda.
    7. A ti que solo piensas en mi en la distancia pero que en la realidad de un encuentro te faltan pantalones y vida para verme a los ojos te recuerdo que: “Las palabras el viento las aleja y sin acciones nada queda”. Considéralo como un consejo para que no tropieces con la misma piedra y puedas lograr sentirte el hombre que presumes pero que en realidad no existe.
    8. A ti que te ausentaste sin despedida mil gracias por ahorrarte palabras sin sentido que pudiesen haber complicado aquel momento carente de explicaciones válidas. Tú ausencia se hizo letra, se hizo arte y me invito a regocijarme en el placer de comunicar sin palabras, mi actual alimento de vida.
    9. A ti que aún no entiendes todo lo que significo, que no ves todo lo que soy o seré, que no te has percatado de lo bonito de mi estadía, de lo acertado de mi pasión gracias. Me has permitido recordarme mil veces todo lo que represento y saberme como soy me llena de plena dicha, pocos pueden presumir de eso.
    10. A ti que no has llegado aún pero llegarás, gracias por existir en el mismo momento y tiempo que yo lo hago. Gracias por reconocerme, valorarme, aceptarme y sentirme entre líneas. En especial agradezco que me recuerdes el hecho de que la espera valió la pena. 

                                                                          

viernes, 11 de febrero de 2011

Las viñetas de días recientes…

·         Poder, dinero, reconocimiento, fama, amor, drama, pasión… Todos buscamos algo sin duda, pero no siempre es sencillo asignarle un título al objeto que despierta esa infinita efusión por estirar las manos y llegar hasta él para sentirlo propio.
·         Cuando perdemos un artículo de uso común, de esos que al extraviarse parecen que conspiraran desde los lugares más recónditos, todos nuestros sentidos se activan para dar con el centro de nuestro interés.
·         Visualizamos, nos movemos, preguntamos, nos alongamos, agachamos y sudamos hasta que aparece el anillo, el zarcillo, los papeles importantes o ese número de teléfono que nos puede alegrar el día.
·         Pero no siempre con la misma sencillez se logra afrontar el camino que nos conduce, el medio hasta el fin, la pregunta hacia el por qué.
·         Es como tener las manos llenas de arena, mientras más sujetas puedes tener la garantía de que permanecerá junta, organizada, acumulada, adherida a tus formas.
·         Pero, cuando abres los dedos, cada uno de esos gramos minúsculo que hacían una poderosa fortaleza se ven reducidos a pequeños trozos de un todo, que por su cuenta, no pude ser más que una diminuta porción colocada a orillas o al fondo de algo.
·         Yo busco cosas, todos buscamos algo… Entre ellas persigo la sombra de la esperanza, para que al tropezar la utopía, no haya que deshojar más flores inocentes.